Nos guste más o nos guste menos, llegará el momento en el que tendremos que plantearnos la aceptación de algunas situaciones incómodas sobre las que no podremos actuar para modificarlas. Reconocer que no podemos cambiarlas y que sólo nos queda la aceptación de la misma es un paso fundamental para mantener una estabilidad psicológica que nos de cierta paz y ahorre energías.
Y es que no siempre podremos ganar nuestras batallas. Hay situaciones que por más que queramos seremos incapaces de darles la vuelta para que nos favorezcan. Una enfermedad genética o la muerte de un ser querido cercano son algunas de esas situaciones incómodas y dolorosas sobre las que estaremos completamente indefensos.
Puedes negarlas todo cuanto desees, pero lamentablemente en casos así, lo único posible es la aceptación de lo ocurrido. Por injusto que resulte. Como suele decirse, la vida no es justa, a la gente buena le suceden cosas malas, y a la gente que se aprovecha de los demás no siempre les atrapan y actúan libremente sin importarle el dolor que puedan causar. Aunque lamentable, esto es así. La aceptación es algo bueno incluso aunque no nos guste. Por negar la realidad no va a dejar de ser cierto.
Ventajas de la aceptación
Una ventaja de la aceptación de las cosas negativas que suceden en nuestro entorno es que gracias a la aceptación de estos eventos podemos plantearnos cómo corregirlos en caso de poder hacer algo de cara al futuro. Si bien es cierto que he puesto algunos ejemplos un tanto drásticos como enfermedades graves sin curación también está la aceptación de situaciones más triviales como un accidente leve que hace que tengas que llevar una escayola en el brazo, un despido de tu trabajo o un examen final suspenso.
La aceptación no es un sinónimo de sumisión estoica en la que aceptamos absoluta e irremediablemente algo como cierto y sobre lo que no podemos actuar. Más bien la aceptación tal como yo la entiendo es un primer paso necesario para cambiar aquellas situaciones que no nos gustan. Dentro de unos límites humanamente viables claro.
Después de todo no puedes luchar por cambiar algo cuando tu instinto te lleva a negarlo por completo. A cerrar los ojos y hacer que no sucede nada. Eso lo único que hará es que quizá te sientas temporalmente mejor, y después acabes mucho peor. Si estás oliendo madera quemada, será mejor que busques su origen y cómo apagarlo antes de que te caiga encima una viga de madera ardiendo sobre tu cabeza.
La aceptación sirve para eso, para darte cuenta de la realidad que te rodea y no mentirte a ti mismo/a. Para saber qué puedes hacer, y qué no. Donde puedes gastar tus energías con éxito y donde es una batalla perdida que por mucho que duela hacerlo, debes dejar de intentar ganar. La aceptación no es rendición, pero para cambiar algo debes aceptar las cosas primero.