Nadie explico mejor que es la procrastinación que el escritor inglés Douglas Adams. «Me encantan los plazos, me encanta el ruido que hacen a medida que pasan.» creo que es una definición fantástica de lo que pensamos nosotros al pensar en dejar algo para luego.
Después de todo todos hemos tenido la experiencia de querer conseguir hacer un proyecto, pero que al final, excesivamente en el tiempo. En ocasiones, tanto que al final dejamos de interesarnos en conseguirlo. Y es que a veces procrastinamos y dejamos las cosas para luego y esperamos porque no nos importa lo suficiente llevar a cabo algo.
Así que nos despistamos haciendo cualquier otra cosa. Estoy seguro de que puedes poner algún ejemplo al respecto. Por ejemplo, para hacer la limpieza de casa, cuándo tengo que ponerme a escribir o hacer algún tipo de papeleo.
¿Porqué caemos en la procrastinación?
Entonces, ¿cuál es el motivo de la procrastinación? ¿Estamos diseñados para funcionar de esta manera siempre? ¿O estamos enfocando mal la manera de trabajar? Responder esas preguntas es algo fundamental en la búsqueda de cumplir nuestros objetivos, la neurociencia puede ofrecer algunas explicaciones de porque tenemos esta tendencia a dejar las cosas para luego, encontrar una forma de superar la procrastinación.
El inicio del proceso que nos lleva a despistarnos y caer en la pereza, está en el momento de la elección entre ponerse a trabajar ahora en un proyecto que tienes en mente, o hacer cualquier otra cosa distinta, en otro proyecto diferente, que te atraiga más en ese momento, en hacer algo divertido, o directamente no hacer nada.
Tomar la decisión de ponernos a trabajar en algo está muy influida por el valor que nosotros le otorgamos a trabajar en ese proyecto en el momento actual. A esto se le conoce términos psicológicos como valor subjetivo. Por otro lado, en términos psicológicos, cuando el valor subjetivo que le das a algo que tienes que hacer es menor que el valor que le das a hacer cualquier otro tipo de tareas.
Esta manera de pensar te proporciona un trucos para vencer la procrastinación: Buscar una manera de aumentar el valor subjetivo que le das a la tarea de trabajar ahora, o de disminuir el valor de todas las demás actividades que harías con tal de no trabajar ahora en lo que debes hacer realmente.
Es decir, en lugar de ponerte a limpiar la casa o colocar tu escritorio, puedes enfocarte en lo bien que te sientes cuando te dedicas a escribir, lo que debas hacer. Céntrate en el sentimiento de realización que tendrás una vez que termines con aquello que debes hacer aunque no quieras.
Si lo que tienes que hacer es algo que preferirías no hacer de ninguna manera, céntrate en pensar lo desagradable que te resulta ponerte a colocar tu escritorio constantemente, la escoba y fregona para limpiar la casa. Lo importante es que lo que debas hacer, tenga más valor subjetivo para ti que las otras tareas.
La fuerza de la procrastinación en el largo plazo
Las personas no somos completamente racionales en la forma en la que evaluamos las cosas. Por ejemplo, un billete en el bolsillo tiene el mismo valor hoy cómo dentro de un mes. Pero el valor subjetivo que le vamos a dar es diferente sin darnos cuenta, devaluar las cosas a medida que pasa el tiempo, el ejemplo perfecto.
Se hizo un estudio en el que a los participantes se les daba dinero por participar, debiendo elegir entre cobrar 100 € dentro de 3 meses, o 80 en ese momento. Los participantes preferían recibir ahora 80 € a dólares en lugar de recibir 100 dentro de 3 meses.
Ese es un buen ejemplo de la subjetividad del valor en el tiempo que le damos a las cosas. Por supuesto, existen otros factores que también son importantes en el valor subjetivo de las cosas, como si recientemente alguien cercano acaba de ganar o perder dinero hace poco tiempo.
Esta pérdida de valor a medida que pasa el tiempo es muy importante a la hora de que se presente la procrastinación. Por lo general nuestros objetivos, no tienen una recompensa inmediata sino que tardamos en poder beneficiarnos de aquello que hacemos.
Así que su valor actual se verá reducido, lo que también provocará que valoremos mejor otras actividades que realmente no nos vayan a beneficiar.
Las personas que se consideran a sí mismas procrastinadoras y que saltan de una tarea a otra, muestran un efecto mucho más fuerte que otras personas. Reducen considerablemente más el valor subjetivo que le dan a su proyecto frente a otras actividades.
Una buena forma de incrementar el valor subjetivo que le damos al trabajo es centrar nuestro pensamiento en sentir que completar una tarea va a hacernos sentir un paso más cerca de nuestro objetivo final. Por ejemplo, terminaste hacer algo puedes imaginarte más cerca del objetivo cómo cómo qué mucho más cerca de ti de lo que estaba hace unas horas gracias a lo que acabas de hacer.
Todo trabajo lleva esfuerzo
Existe más de un motivo por el cual se puede presentar la procrastinación, no sólo el menor valor subjetivo que le damos al beneficio futuro, nuestras ganas de trabajar. Muy importante a la hora de ponernos en marcha, el factor de que nos lleva esfuerzo.
Hay investigaciones actuales que refuerzan la idea de que el esfuerzo mental o emocional tiene intrínsecamente un coste para nosotros. La gente por norma general prefiere hacer actividades más sencillas que más duras y largas de hacer. Incluso aunque realmente no existe una gran diferencia entre ellas.
Aquellos trabajos que nos exigen más esfuerzo mental o emocional se nos hacen más difíciles. Aunque luego en la realidad estemos habituados a hacerlo o no nos suponga ningún esfuerzo excesivo. Esta manera de actuar lleva a que sea más fácil procrastinar las tareas que consideramos más difíciles, incluso aunque para nosotros realmente sean tareas relativamente fáciles y sencillas de hacer.
También está la procrastinación en los casos en los que tenemos que hacer tareas que no nos resultan agradables. Esto implica que buscamos reducir el dolor en el corto plazo, evitando trabajar en ese proyecto puesto que no nos resulta nada agradable. La clave está en reducir lo que tenemos que hacer en tareas más pequeñas y familiares. De esta manera nos resultará más fácil y sencillo lo que debemos hacer.
Nos identificamos con lo que hacemos en nuestro trabajo
Cuando decimos que la procrastinación es un efecto secundario de la manera en la cual valoramos subjetivamente las tareas a realizar, nos referimos a que todas nuestras acciones se dan en un contexto motivacional, el valor que le damos no es un producto de nuestra capacidad.
Es decir, no es cuestión de que seamos o no capaces de hacerlo como no, no dudamos de nuestra capacidad, sino que tomamos nuestra decisión en función de la motivación que tengamos.
Dicho de otra manera, si no tienes la motivación adecuada o sientes que no tiene importancia para ti completar lo que tienes que hacer, no vas a darle, ni va a tener, ninguna prioridad para ti.
Si no somos capaces de comprometernos con nuestro Yo futuro completamente. De sentirnos entregados y comprometidos para completar aquellos objetivos que nos acerquen a ese yo futuro, difícilmente se superará esa situación de dejar las cosas para otro momento y procrastinación constante. De ahí que ser capaces de visualizarnos en ese futuro que queremos tener, resulte tan importante.
Las personas que vence más fácil la procrastinación, son aquellos que tienen un buen autoconcepto de si mismas. Es que logran identificarse con los valores e ideales que representa conseguir ese objetivo que desean. La clave para vencer la pereza, radica en buscar la manera de cómo conectar los objetivos que quieres hacer o conseguir con tus deseos de vida.
Esto conseguirá que el valor es subjetivo de dichas tareas sea mucho más importante para ti.
¿Es la procrastinación siempre mala?
También hay que decir que en ocasiones, la procrastinación puede ser útil para ti. Estas son cinco razones por las que la pereza y no querer hacer cosas, en ocasiones, puede traerte algo bueno.
1. La procrastinación activa hace que hagas más cosas.
Por supuesto, puesto que no querías hacer eso que era una obligación…te das cuenta de que existen muchas cosas que están esperando hacerse. Estás realizando otras muchas tareas que también estaban pendientes. Al menos, de puedes sacarle un lado positivo a dejar de hacer las cosas que debes de hacer. Obviamente esto no es recomendable, cosas más importantes que hacer, pero algo es algo.
2. Las actividades sin sentido desaparecen con la pereza o procrastinación.
En algunas ocasiones, cuando me das una y otra vez cómo fue los recuerdos porque estaba esa tarea en tu lista de cosas pendientes. Esto te da la oportunidad de revaluar si es una actividad realmente importante para ti en cualquier aspecto. Si llevas aplazando una actividad durante bastante tiempo, es posible que esa actividad no sea ni necesaria y relevante para ti.
3. Tener tareas pendientes te enseña que es importante y que no lo es para ti.
Es bastante menos probable que te dediques a aplazar en el tiempo tareas que sean realmente importantes para ti y que te guste hacer. Si sueñas con conseguir algo muy concreto, vas a centrarte en ello aunque en ocasiones te distraigas. Si te estás centrando en actividades que no conectan realmente contigo, puede ser una muy buena señal de alerta de qué estás enfocándote en algo que no llega a encajar profundamente contigo.
4. Postergar las cosas te hace ser más creativo.
Cuándo tienes una pelea muy grande e importante delante de ti, el coste emocional del esfuerzo que tienes que realizar puede quitarte las ganas. Y al mismo tiempo también va a hacer que busques una manera más óptima y fácil de llevarlo a cabo. Qué vas a ser más creativo o creativa para tener que esforzarte menos en conseguir lo que quieres. A fin de cuentas, estás buscando cómo optimizar tus recursos.
5. Procrastinar te ayuda a tomar unas decisiones mejores. (En ocasiones)
En ocasiones cuando decides dejar para otro momento las cosas picar que no estás completamente de acuerdo o seguro con tomar esa opción de que sea la opción más correcta para ti. Recientemente, está si quieres o no hacer en tu vida, es una herramienta que te permite evaluar té antes de dedicar más tiempo a una tarea que quizá no sea la más apropiada para ti.
Te da tiempo a evaluar todas las opciones y alternativas. Por supuesto, ten en cuenta que esto no va a suceder siempre que no tengas ganas de trabajar. Y que en muchas ocasiones la aparición de esa pereza se va a deber a otros factores que nada tengan que ver con la pregunta de ¿quiero hacer esto con mi vida? o ¿esto me beneficiará?
6. Te hace ser más creativo con tus excusas.
Si no quieres hacer algo, necesitarás siempre alguna excusa nueva para evitarlo. Sobre todo si afecta a otra gente también. El postergar las cosas para otro momento, hará que tengas que ponerte creativo. Eso sí, este punto tómalo como un toque de humor, no se te ocurra a pensar que es algo bueno poner excusas originales para dejar de hacer las cosas que debas realizar.