Esta semana he podido reflexionar acerca del concepto de «laberinto» como experiencia de aprendizaje. Gracias a dos auténticas profesionales que han realizado un excelente trabajo en colegios tomando como base el concepto de laberinto he reflexionado mucho acerca de sus múltiples posibilidades. Esta idea me fascinó desde un principio, su teoría no podía ser más certera:
Un laberinto, como concepto teórico, supone una herramienta para renovar nuestro aprendizaje. A través del laberinto nos equivocamos, nos adentramos en caminos erróneos… pero en todo laberinto podemos retomar nuestros pasos y salir de las trampas que en él se adentran. Pero este camino no se hace en balde, supone un crecimiento y aprendizaje por parte de la persona que en él se adentra.
¿En cuántas ocasiones has dudado de tus propios pasos?
¿En cuántas ocasiones te has perdido… y sientes que, realmente, no sabes a dónde te han llevado tus pies?
¿En cuántas ocasiones has atravesado un camino sin saber realmente a dónde te lleva?
Sin duda… te has adentrado en un laberinto
Este concepto teórico-simbólico me hace pensar realmente en la experiencia de aprendizaje que se deriva de situaciones que, en un principio, podemos ver como inconclusas y complejas, pero que todas y todos nosotros podemos ser capaces de reconocer que estamos en un laberinto… que estamos en una encrucijada y utilizar nuestros propios recursos para adentrarnos en «la perspectiva global» que nos hará comprender más auténticamente el problema.
Y como siempre que somos capaces de reconocer nuestros propias encrucijadas, saldremos de ellas aprendiendo mucho más de nosotras y nosotros mismos.
En algunas ocasiones, descubriremos parte de nosotros y nosotras que ni siquiera conocíamos. Unas partes, quizá más sombrías, que nunca habíamos sacado de nuestro interior. Otras partes, llenas de luz y fuerza que nos empujarán realmente a vislumbrar nuestras mayores virtudes.
Todo camino es experiencia y aprendizaje. Todo laberinto tiene una salida.
La simbología del laberinto
Buscando que es un laberinto me he encontrado con la manera más simple y, a la par, completa de definirlo:
<<El laberinto es un lugar formado por encrucijadas de manera deliberada e intencionada para confundir a quién se adentre en él>> (http://es.wikipedia.org/wiki/Laberinto)
Su concepto y simbología comprenden el camino engañoso, la falsa apariencia y la equivocación. Pero yo quiero entenderlo de una manera mucho más constructiva y positiva: todo camino engañoso se basa en un camino y experiencia real; una falsa apariencia es una máscara de una realidad; y toda equivocación supone un aprendizaje para cada uno de nosotros y nosotras.
Somos nuestros verdaderos guías en cada uno de nuestros laberintos. Si conseguimos llegar al final, encontraremos nuestro mayor aprendizaje: conocer mejor nuestras debilidades y nuestras fortalezas.
Todo laberinto tiene una salida.
¡Nos vemos en el próximo artículo!
Un abrazo