¡Hola nuevamente! Ha pasado un tiempo ¿verdad? Bastante diría. Y eso me lleva precisamente a escribir sobre la responsabilidad y sobre aceptar que existen compromisos que deberían de sentirse como ineludibles. Durante este tiempo, he estado enfrascado en otros proyectos web. Sin lugar a dudas, esta página de psicología es la niña de mis ojos, el lugar en el que he puesto mucho cariño cada vez que he escrito. Y que últimamente estaba más olvidada que mimada, y necesitaba volver a escribir aquí.
Y qué mejor manera de hacerlo lectora o lector que hablar de la responsabilidad que tenemos con nosotros o nosotras y con lo que queremos hacer en nuestras vidas. Creo que el tema de ser responsable con nuestros propios actos es algo que está poco tratado aquí y la ocasión es perfecta para entrar en el. Quizá no sea un texto tan largo como el de otras ocasiones, pero creo que la idea en sí no necesita demasiadas explicaciones para poder comprenderse.
Aceptar la responsabilidad de nuestras acciones
Hace unas semanas me encontré un vídeo muy interesante que os dejaré aquí. Se llama «La queja como forma de vida», y resulta un complemento fantástico para esta entrada que estás leyendo. Sinceramente, dedícale un par de minutos porque merece la pena.
De entrada me llamó la atención el título, y me pareció muy acertado. ¿Cuantas veces has escuchado a alguien quejarse de cualquier cosa que le pasa en la vida? Problemas de trabajo que no son muy importantes…quejarse de su peso…de que hace demasiado calor o que está lloviendo…una persona que cuando le preguntas cómo se encuentra misteriosamente siempre hay una parte de su cuerpo que le duele. ¿Te suena alguna de estas situaciones?
Lamentablemente es probable que sí, y es que la queja para algunas personas se ha convertido en una forma de vida que sirve para descargar de culpa y de responsabilidad su comportamiento. Con frecuencia lo que sucede es que estas personas niegan su responsabilidad. Le dan todo el peso de lo que pasa al resto del mundo, como sino tuvieran ningún control directo sobre sus vidas. Y esto, amigo o amiga mía, es horriblemente limitador.
Vale pero Raúl, yo no tengo la culpa de que mi jefe sea un capullo
No, eso es verdad. Y en un mundo ideal tampoco tendrías que soportar que una persona sea una capulla. Lo que quiero es que se distinga claramente entre quejarse CON motivo y quejarse POR costumbre. Por supuesto, tienes derecho a quejarte y desahogarte con tu familia…tus amigos…conmigo en los comentarios…es perfectamente válido hacerlo.
Tu y yo pasamos por momentos en los que necesitamos quejarnos y decir ciertas cosas, esto está bien. Es normal.
Si algo no te gusta, tienes derecho a quejarte por ello. Pero ten en cuenta una cosa, si está en tu mano eres responsable TU de cambiar la situación. Por supuesto, no podrás siempre. Si tienes un jefe tóxico que no atiende a razones no vas a poder cambiarle a él. Podrás plantearte cambiar de trabajo si te surge la ocasión o decidir buscar la manera en la que menos te afecte su forma de «liderar».
¿Qué es tomar la responsabilidad?
Tal como yo lo entiendo, ser responsable con lo que puedes hacer. Normalmente infravaloramos nuestra capacidad de influir en nuestra conducta y nuestro entorno. Es más frecuente, y mucho más fácil, pensar que las cosas «son así» y que no podemos cambiarlas. Pero nada más lejos de la realidad. Si se quiere, se puede. Pero hay que empezar aceptando que es NUESTRA responsabilidad, que es NUESTRA vida y que son NUESTRAS acciones las que marcan el camino.
Ésto no quiere decir que todo vaya a salir como queremos, ni mucho menos. Pero desde luego te dará la capacidad de elegir. Estará en TUS manos, y no en las de otros a quienes culpar por lo que te pasa A TI en tu vida. No puedes controlar lo que te pasa, pero sí cómo reaccionas a ello.
Por ejemplo, en estos momentos a mi me cuesta sacar tiempo para escribir aquí, lo cual es algo que me gusta hacer y que disfruto mucho. Me gusta estar en contacto con vosotras y vosotros en lo posible. Lo fácil sería decir que no tengo tiempo y quejarme por lo mucho que quisiera poder escribir aquí pero que no puedo hacerlo porque no tengo ratos para ello.
Lo mismo que alguien puede decir que ojalá le echaran menos azúcar a la comida y que eso le impide bajar peso pero que no se molesta en cuidar su salud comiendo más sano.
Son quejas con las que sacamos la responsabilidad hacia el resto del mundo, limitando nuestra propia responsabilidad y con ello, limitando también nuestra capacidad de acción. Pero no porque no podamos hacer nada, sino porque existe un precio que pagar y que cuesta empezar a pagar.